Balancear vida y trabajo es posiblemente la premisa más obvia y la que menos se respeta en la dinámica contemporánea. Este desequilibrio emerge principalmente de quienes hacen del trabajo una forma de vida,
es decir justamente de las personas propositivas. Es más raro remitirse al “balance” en el caso de personas que se dedican “demasiado” a su vida en desmedro del trabajo.
Ahora bien, la falta de este balance es un drama personal y social. No es solo una anécdota sociológica o el buen consejo de quien desea atemperar la energía de ciertas personas. La incapacidad de balancear
vida y trabajo está cambiando el rostro del mundo, y lo está haciendo para peor, desde todo punto de vista.
La inexistencia de equilibrio genera improductividad en el largo plazo, falta de calidad en los procesos de trabajo y emergencia de un estado profundo de mediocridad. Se equivocan los apologistas del “trabajo bruto” que en poco valor tienen la dimensión
personal y familiar de los individuos. Porque precisamente es el rendimiento final de ése trabajo el que se daña cuando se produce el desequilibrio.
También se equivocan, obviamente, quienes postulan el éxito basado en la “genialidad”, en la estricta capacidad de hacer trabajar a otros o en fórmulas casi mágicas que generan fortunas sin mayor esfuerzo.
Balancear vida y trabajo(ése es el orden correcto de los términos),esla única fórmula para alcanzar el éxito que se desea y disfrutar de él (y éste es también el orden correcto de criterios,porque finalmente de poco sirve alcanzar el objetivo si no se puede disfrutar del logro).
La forma inteligente de lograr el balance es desarrollando hábitos saludables. Apoyarse solo en fuerza de voluntad o raciocinio no es suficiente, o concluye siendo algo tan estresante como el problema que se desea resolver. Los hábitos son inconscientes,
se desarrollan por inercia y ahorran energía mental que puede destinarse a otra cosa. La fuerza de voluntad, por otra parte, no es inagotable, y la lógica choca muchas veces con el poder de las emociones.
Los hábitos son, por lo tanto, el camino inteligente para balancear vida y trabajo. Y si bien es una recomendación dirigida a todas las personas, tiene matiz particular para el caso del emprendedor. Principalmente
porque transita una ruta a la que él mismo debe dar forma, una en la que es fácil sobreestimar la capacidad propia o subestimar las dificultades.
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